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Temas de historia y actualidad

PROGRAMA DE ACTOS DE LOS XLVII COLOQUIOS HISTÓRICOS DE EXTREMADURA

PROGRAMA DE ACTOS DE LOS XLVII COLOQUIOS HISTÓRICOS DE EXTREMADURA

 

 

LUNES, 24 DE SEPTIEMBRE 2018

 

Inauguración de los XLVII Coloquios Históricos Extremadura

 

20:45 horas: Recepción de autoridades y participantes en el Excmo. Ayuntamiento de Trujillo.

 

21:00 horas: Acto inaugural. Salón de Plenos Acto inaugural.

 

Bienvenida: Dña. María Rosario Alvarado, presidenta de la A.C. Coloquios Históricos

Intervención de autoridades.

Palabras de saludo e inauguración por parte de D. Alberto Casero Ávila, Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Trujillo.

 

21:30 horas: Lectura inaugural: a cargo de D. LUIS E. RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES

 

"Salamanca: la Universidad de cultura hispánica.

 

MARTES, 25 DE SEPTIEMBRE

Moderador: D. Francisco Javier Rubio Muñoz (Moderador):

 

17:00 José Luis BARRIO MOYA:

La librería de fray Juan Nuestra Señora, presidente del Real Hospital Jesús Nazareno, Mérida (1783).

 

17:30 Francisco Javier CAMBERO SANTANO

El Arcipreste Juan Pizarro: Mecenas de trujillanos en la

Universidad de Salamanca. Luces y sombras en el cumplimiento de sus últimas voluntades.

 

18:00 Francisco Javier RUBIO MUÑOZ

 

Símbolos universitarios en Trujillo: el descubrimiento de vítores y otras relaciones con la Universidad de Salamanca.

 

18:40 Marciano MARTÍN MANUEL

La historiografía judía al servicio del integrismo católico: Eugenio Escobar Prieto, 1916-1917.

 

19:10 Juan Carlos RODRÍGUEZ MASA

Salamanca,“cabeza“ de Extremadura (desde la Reconquista al siglo XVIII).

 

19: 40 Juan REBOLLO BOTE

Ecos urbanos de moros y cristianos en Cáceres Trujillo.

 

 

MIÉRCOLES, 26 DE SEPTIEMBRE 2018

Moderador: D. Teodoro Martín Moderador

 

17:00 Jesús BERMEJO

La Cumbre a través de sus cofradías durante la Edad Moderna.

 

17:30 Manuel GARCÍA CIENFUEGOS

La epidemia de la gripe española (año 1918) en Montijo, Puebla Calzada y Lobón.

 

18:00 Alicia DÍAZ MAYORDOMO

Cáceres en su paisaje urbano histórico. Una ciudad viva, patrimonio de la Humanidad.

 

18:40 Teodoro MARTÍN

Confesión de autor: Extremadura

 

19:10 María Guadalupe PÉREZ ORTIZ y Francisco GONZÁLEZ LOZANO

Los archivos parroquiales de la Baja Extremadura: principal fuente de contenidos genealógicos.

 

19:40 Soledad UCEDO VILLA

La Catedral de Coria, foco educativo en el siglo XIII

 

JUEVES, 27 DE SEPTIEMBRE 2018

Moderador: D. Jesús Barbero Mateos

 

17:00 Carlos Mª NEILA MUÑOZ

Nupcialidad en la provincia de Cáceres durante la Guerra Civil (1936-1939). Aproximación demográfica

 

17:30 Ángela LÓPEZ VACAS

Jurista, historiador y siempre poeta: D. Álvaro María Guerrero.

 

18:00 Teodoro Agustín LÓPEZ

Semana Santa de Badajoz en el siglo XVII

 

18:40 Domingo QUIJADA GONZÁLEZ

La pervivencia del léxico asturleonés en Montehermoso y norte de Extremadura.

 

19:10 José PASTOR VILLEGAS

Las Universidades de Salamanca y Sevilla en la preuniversidad. Los semidistritos de la Universidad Extremadura.

 

19:40 Francisco RIVERO DOMÍNGUEZ

El Brocense y la Universidad de Extremadura.

 

20:15 Presentación del libro: "PUENTES HISTÓRICOS EN LAS TIERRAS DE TRUJILLO", de D. Antonio JIMÉNEZ VALDÓS.

 

VIERNES, 28 DE SEPTIEMBRE

Moderador: D. Carlos J. Lozano Palacios

 

17:00 Rocío GARCÍA RODRÍGUEZ

Arte de la Universidad Salamanca en época los Humanistas extremeños del estudio salmantino.

 

17:30 Álvaro VÁZQUEZ CABRERA

 

Megalitismo en Valencia de Alcántara. Estado de la cuestión.

 

18:00 Manuel RUBIO ANDRADA

Arqueología en el río Zapatón. El poblamiento y necrópolis megalítica de las Calderas.

 

18:40 Antonio GONZÁLEZ CORDERO

Tradiciones prerromanas supervivientes. La cabeza altar de Perales del Puerto (Cáceres)

 

19:10 Martiria SÁNCHEZ LÓPEZ

Jaraíz en el reinado de Alfonso XIII.

 

19:40 Fernando MORENO DOMÍNGUEZ, Gregorio FRANCISCO GONZÁLEZ, Juan PÉREZ SOLÍS y Alberto DURÁN SÁNCHEZ

De recientes descubrimientos arqueológicos en la comarca de Trujillo.

 

20:15 Presentación del libro: "EL CLAVERO DON ALONSO" de D. Gregorio FRANCISCO GONZÁLEZ

 

SÁBADO, 29 DE SEPTIEMBRE 2018

Moderador: D. Esteban Mira Caballos

 

10:30 Álvaro MELÉNDEZ TEODORO

La Guerra de la Independencia en Extremadura prensa 1810 ( II ).

 

11:00 Esteban MIRA CABALLOS

Aportes a la biografía de Hernando Pizarro: su etapa final en España (1539-1578)

 

11:30 CAFÉ.

 

12:00 Jorge RODRÍGUEZ VELASCO

Las cofradías y hermandades de la Villa Cáceres en el Catastro Ensenada

 

12:30 Antonio CANTERO MUÑOZ

La Cofradía de Jesús Nazareno Trujillo (1820-1848)

 

13:15 ACTO DE CLAUSURA

Entrega de premios:


-Premio "Xavier de Salas, para jóvenes investigadores" en su XXXI Edición.


-Premio "Obra Pía de los Pizarro" en su XXIV Edición.


-Premio "Centro de Profesores y Recursos Trujillo" en su XIII Edición.


-Premio Especial, XLVII Coloquios

 

DOMINGO, 30 DE SEPTIEMBRE

-Viaje a SALAMANCA.

-Visita a la Universidad y destacados monumentos de la ciudad.

LA SABIDURÍA HERBORÍSTICA DE LOS AMERINDIOS

LA SABIDURÍA HERBORÍSTICA DE LOS AMERINDIOS

 

 

          La historiografía ha insistido en el análisis de los aspectos rituales por parte de los curanderos amerindios –llamados behiques o chamanes-, de alguna forma para ridiculizar sus ceremonias pero sin profundizar en el poso de conocimientos que ellos poseían. Realmente dominaban la medicina naturista que era lo que realmente les otorgaba una posición social preeminente. Que su medicina era espiritualista y que concebían el mal como la presencia en el cuerpo del enfermo de una "sustancia extraña" es algo que está fuera de toda duda a jugar por las fuentes que nos han llegado. Sin embargo queremos detenernos en esta ocasión en analizar estos conocimientos herborísticos que poseían los curanderos taínos de las Antillas. Unos conocimientos que en buena parte se perdieron, porque los mantuvieron en secreto hasta su extinción a mediados del siglo XVI.

           Los aborígenes que encontraron los europeos a su llegada al área caribeña, vivían en un estadío muy atrasado de civilización, pero estaban perfectamente adaptados a su hábitat natural. Evidentemente, conocían su ecosistema, con el que coexistían en perfecta armonía, y sabían los remedios fundamentales para el tratamiento de aquellas enfermedades que de manera más común les afectaban. No en vano, es bien sabido que en los primeros tiempos estos behiques indígenas rivalizaron con los barberos y los cirujanos españoles, pues, no debemos olvidar que en el período estudiado por nosotros la infraestructura médica española era extremadamente precaria. A las Antillas Mayores llegaron en los primeros años numerosos sanitarios que tenían dificultades para practicar la medicina en la Península, bien, debido a su pertenencia a una minoría étnica, o bien por carecer de título oficial. Ya en el propio siglo XVI el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo advirtió que la mayoría de los médicos y cirujanos que arribaban a Santo Domingo olvidaban sus títulos acaso "porque nunca los tuvieran".

Por desgracia los españoles tan sólo llegaron a conocer algunos de los conocimientos herborísticos de estos indígenas. Y ello porque estos ocultaron sus remedios terapéuticos como medio de persuadir a los españoles a abandonar su territorio y, en palabras de Pedro Mártir de Anglería, "abolir toda memoria de ellos". Para lograr este fin, habida cuenta de la superioridad española -por supuesto logística no numérica-, llevaron a cabo una resistencia pasiva que se catalizó en alzamientos a los montes, destrucción de sus propios campos de cultivo y en un mutismo premeditado sobre los remedios médicos a determinadas enfermedades subtropicales.

En relación a este último aspecto tenemos una referencia muy interesante de Joseph Peguero que se hizo eco de un hecho ocurrido en esta isla varias décadas después de la llegada de los españoles. Concretamente relató que a un español desposado con una india le entró el mal de las bubas y ésta, para evitar que se la contagiase a sus hijos, le proporcionó unas hierbas curativas, advirtiéndole "que en cuanto me descubras, yo moriré y me matarán mis parientes, que no quieren que ustedes sepan el cómo se cura este mal por ver si mueren todos". Igualmente, los indios guardaron celosamente la pócima para sanar las heridas causadas por las flechas envenenadas que lanzaban los indios caribes y que tantos estragos causaron entre las huestes hispanas hasta 1540 en que por fin se averiguó el remedio.

Por tanto, queda claro que los aborígenes ocultaron de manera consciente sus conocimientos médicos a los españoles como un sistema más de oposición hacia ellos. Evidentemente eran los behiques indígenas, cuya sabiduría era fruto de la experiencia acumulada de generaciones pasadas, los mejores conocedores de las soluciones médicas a las patologías propias de la isla.

Además estaba claro que a estos chamanes no les convenía difundir sus métodos curativos, pues, a la sazón ya durante sus ceremonias prehispánicas pedían a la mayoría de los asistentes que se saliesen fuera mientras le aplicaba a su paciente la medicación. Evidentemente su poder radicaba en la exclusividad de sus conocimientos que desde luego no estuvieron nunca dispuestos a compartir con el resto de los indígenas, ni muchísimo menos con los españoles. Estos formaban parte de la élite dirigente, y eran personas muy respetadas por toda la población, aunque desde luego subordinados al cacique. En cualquier caso algunos de ellos, en función a sus méritos personales como sanadores, tuvieron una "grandísima autoridad" entre los demás miembros de su comunidad.

Entrando ya en el análisis de algunas de las soluciones médicas empleadas por los aborígenes debemos decir que nuestro conocimiento se limita a lo que escribieron los cronistas, especialmente Fernández de Oviedo, el cual en su ya citada Historia General y Natural de las Indias le dedicó varios capítulos. Aunque fueron acusados de farsantes por algunos cronistas como fray Bartolomé de las Casas, lo cierto es que tenían, como ya hemos afirmado, un amplio conocimiento de la medicina natural que les permitía solventar positivamente las heridas más comunes, las calenturas y las fracturas "envolviendo los miembros en yaguas mojadas". Evidentemente el prestigio de estos behiques sólo se afianzaría con reiterados éxitos médicos y con la confianza auténtica de los demás miembros de su comunidad. Así, Pedro Mártir de Anglería afirmó, refiriéndose a los curanderos indios, lo siguiente:

 

"Las calenturas se las curan fácilmente con jugo de hierbas, y con igual facilidad las heridas con tal que sean curables. Tienen y conocen mucha clase de hierbas salutíferas... Y no usan ningún otro género de medicinas, ni quieren más médico que a los viejos de experiencia o a los sacerdotes conocedores de las ocultas virtudes de las hierbas...".

 

           Igualmente, Gonzalo Fernández de Oviedo, pudo comprobar personalmente en la Española los grandes conocimientos de estos chamanes indígenas tal y como podemos observar en el texto que exponemos a continuación:

 

"Estos, por la mayor parte, eran grandes herbolarios y tenían conocidas las propiedades de muchos árboles y plantas e hierbas; y como sanaban a muchos con tal arte, teníanlos en gran veneración y acatamiento como a Santos..."

 

          Efectivamente, aunque los behiques revestían todas sus sesiones curativas con un amplio ritual mágico-ceremonial en el que supuestamente intentaban extraer al enfermo su mal lo cierto es que sus éxitos médicos estaban fundamentados en dos sólidos pilares, a saber: Primero, en sus ya mencionados conocimientos herborísticos -los cuales no eran privativos de los taínos de la Española, sino de la mayoría de las comunidades indígenas americanas-, y, segundo, en sus grandes dotes psicológicas perfectamente descritas por algunos cronistas. Así, según Anglería, una vez acabado el ritual y concluido asimismo el tratamiento, el curandero salía corriendo “a la puerta, que está abierta, y abriendo las manos las sacude y persuade que ha quitado la enfermedad y que pronto quedará bueno el enfermo. Pero, acercándose por la espalda, le quita de la boca el pedacito de carne como un prestidigitador, y le grita al enfermo diciendo: “mira lo que habías comido sobre lo necesario, te pondrás bueno porque te lo he quitado". No cabe duda de que está persuasión que ejercía el curandero indio sobre sus pacientes y sus familiares era muy beneficiosa para su rápida recuperación.

Esta circunstancia unida a la profunda fe que los indios tenían depositada en sus behiques hacía que el éxito estuviese asegurado al menos en los casos de las enfermedades más comunes. Habida cuenta de que el curandero se debía consolidar por sus propios méritos sólo de esta forma lograba un prestigio importante sobre el resto de la población. Incluso, cuando se equivocaban podían ser recriminados y duramente castigados por los familiares si se demostraba que había sido por negligencia. Sin embargo, todos los cronistas coinciden en que esta situación no era frecuente ya que les era fácil demostrar que el fallecimiento había sido fruto de la providencia divina. Incluso, los propios indios cuando consideraban que la persona padecía una enfermedad que excedía los conocimientos curativos de los behiques lo llevaban directamente al monte con agua y comida y lo abandonaban. No cabe duda de que los propios indígenas eran sabedores de las posibilidades reales de su medicina naturista, por lo que en situaciones extremas, ni ellos mismos confiaban en su curación.

Antes de proceder a la aplicación del tratamiento le hacían un sahumerio en base a una mezcla de tabaco y otras hierbas con la intención de adormecerlos. En este sentido el cronista Girolamo Benzoni, tan agudo como siempre, afirmó que los behiques cuando "querían curar a algún enfermo, iban a visitarlo, le suministraban ese humo y cuando estaban bien aturdido(s) le hacían la mayor cura".

Entre las habilidades que más brillantemente solventaban estos behiques estaba el restañamiento de heridas para lo cual conocían numerosas pócimas que se elaboraban con diferentes plantas. Uno de estos productos para remediar las heridas eran unos polvos extraídos de un árbol, común en la isla, llamado Yaruma y cuyos resultados describió Fernández de Oviedo con las siguientes palabras:

 

"Estimaban mucho los indios aquestos árboles y decían que eran buenos para curarse las llagas... Y dicen (los españoles) que es como un cáustico, y que majados los cogollos tiernos de las puntas de las ramas de este árbol, los han de poner sobre la llaga, y aunque sea vieja, le comen la carne mala, y la ponen en lo vivo y sano, y la sesenconan (sic), y continuándolas la encueran y totalmente sanan la llaga...".

 

           No era este el único sistema empleado por los taínos para sanar las heridas ya que, por ejemplo, Peguero, cita una especie de palmera datilera, llama Tamarinda, cuya corteza se molía y el producto resultante se colocaba sobre las heridas dando unos excelentes resultados como cicatrizante.

Igualmente curaban las diarreas, básicamente a base de dietas "porque -según el padre Las Casas- se están tres y cuatro días sin comer ni beber". Luego consumían la fruta del guayabo que, a decir de Peguero, era de muy buena digestión "y son buenas para el flujo del vientre, y restriñen cuando se comen no del todo maduras, que estén algo durillas, para que cese el flujo del vientre...".

Asimismo sabemos que sanaban fácilmente la enfermedad de bubas que tan mortífera fue para los españoles antes de averiguarse el secreto de su tratamiento. Los indios la remediaban cociendo el palo del guayacán y extrayendo su zumo con tal éxito que, a decir de Fernández de Oviedo, "entre los indios no es tan recia dolencia ni tan peligrosa como en España, y en las tierras frías".

Los naturales empleaban otras muchas plantas con cualidades medicinales, a saber: el bálsamo o guaconax -comercializada en la primera década del siglo XVI por los españoles- como cicatrizante de heridas y llagas, la semilla del manzanillo como purgante, la grasa de la iguana para reducir hinchazones, el zumo del "hobo" para los problemas de estómago, etc. Por desgracia, los documentos callan tanto el procedimiento exacto para aplicar estas pócimas como otras muchas soluciones médicas utilizadas por los indígenas. Sin duda, una parte importante de la ciencia herborística taína murió con la desaparición de su cultura, muriendo los últimos behiques sin confesar los secretos de su oficio.

A modo de resumen podemos decir que los conocimientos herborísticos de los indígenas fueron bastante amplios y en ello se sustentaba precisamente su prestigio. Igualmente ha quedado claro a lo largo de este trabajo que los indígenas intentaron ocultar esos conocimientos a los españoles para que las enfermedades los convencieran de abandonar esos territorios, constituyendo, sin duda, un elemento más de la resistencia pasiva mostrada frente al grupo hispano.

 

 

PARA SABER MÁS:

 

CASSA, Roberto: Los indios de las Antillas. Madrid, Mapfre, 1992.

 

MIRA CABALLOS, Esteban: “La medicina indígena en La Española y su comercialización (1492-1550)”, Asclepio, Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia Vol. XLIX. Madrid, 1997.

 

----- “Aportes a la cultura taína de las Grandes Antillas en la documentación española del siglo XVI”, en Epistemología de las Culturas Aborígenes del Caribe. Santo Domingo, 1999.

 

 VEGA, Bernardo: Santos, Shamanes y Zemíes. Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1987.

 

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

RECONCILIACIÓN Y MEMORIA. FRANCISCO FRANCO Y EL VALLE DE LOS CAÍDOS

RECONCILIACIÓN Y MEMORIA. FRANCISCO FRANCO Y EL VALLE DE LOS CAÍDOS

 

 

 

La cuestión del Valle de los Caídos y la exhumación de los restos del caudillo Francisco Franco por Decreto Ley del Consejo de Ministro, previsto para el próximo viernes 24 de agosto, ha levantado ampollas. Sé que se trata de una cuestión polémica que todavía hoy, cuando hace más de cuatro décadas de la desaparición del régimen franquista, sigue levantando pasiones.

Como persona tengo mi propia visión particular, pues mi familia y yo mismo vivimos el franquismo desde uno de los dos bandos. Sin embargo, como historiador tengo otra concepción, la que me ofrece mi conocimiento del pasado. Huelga decir que la pasión es lo contrario a la razón y que, por tanto, yo voy a tratar de ofrecer un punto de vista razonado y no apasionado.

Independientemente de cuestiones sobre quién provocó la guerra y de las matanzas de la misma, lo cierto es el bando autodenominado Nacional ganó la guerra. Y como todos los vencedores a lo largo de la historia, hicieron tabla rasa. Los caídos en el bando Nacional fueron todos exhumados, dándoles cristiana sepultura. Y el vencedor de la contienda comenzó la edificación de una obra megalómana, construida por los propios presos republicanos, que recordase la gesta victoriosa del nuevo régimen y que de paso sirviese de mausoleo a los restos de su líder indiscutible. La Basílica del Valle de los Caídos fue construida entre 1940 y 1958, bajo la dirección de los arquitectos Pedro Muguruza y Diego Méndez, y con la participación de escultores como Juan de Ávalos.

Y ¿qué pasó con los vencidos? Pues desde la guerra y la postguerra han permanecido en fosas comunes, al tiempo que su memoria histórica fue cercenada. Los vencedores tuvieron 36 años para eliminar pruebas comprometedoras y para reescribir la historia. Yo como historiador soy consciente que hacer historia implica necesariamente reconstruir el pasado nunca escrito de los eternamente vencidos. Y en esto me gusta recordar la frase de Walter Benjamin cuando dijo que si la situación no da un vuelco definitivo, "tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, un adversario que no ha cesado de vencer". Una afirmación axiomática en el caso que nos ocupa, pues a los vencidos no solo les robaron sus vidas sino también su memoria.

Creo que más de cuatro décadas después de la llegada de la democracia ya tenemos –o deberíamos tener- la madurez suficiente para permitir a las familias sacar a sus muertos de las cunetas y de las fosas comunes. No puede ser que mi país, España, encabece el ranking mundial de desaparecidos, solo superado por Camboya. Tampoco parece una normalidad democrática que el caudillo que lideró un golpe de estado descanse en un mausoleo mientras que los que se opusieron al mismo sigan estando en fosas comunes.

Duele comprobar que la España democrática, la misma que con orgullo se dedicó durante años a juzgar genocidios internacionales ocurridos muy lejos de nuestras fronteras, tenga tantos muertos escondidos y haya corrido un tupido velo de silencio sobre ellos. Creo que los españoles estamos ya preparados para conocer la verdad, sin venganzas y sin rencores. Simplemente se trata de permitir, a aquellos derrotados en una guerra ya lejana, enterrar dignamente a sus muertos y de restaurar el honor a decenas de miles de personas y sus familias que fueron asesinadas y maltratadas durante décadas por el simple hecho de simpatizar con la república o de no ser afectos a los alzados. En la Transición se cometió el error de vincular la reconciliación al olvido lo cual, según ha escrito el Prof. Miquel Izard, es una constante en todas las dictaduras, es decir, que tras su desaparición afloran los organizadores del olvido. Pero esto nunca debió hacerse así y menos aún, como escribió Francisco Espinosa, que la amnistía se extendiera a la historia.

Centrarse en si la fórmula más adecuada es o no un Decreto Ley es quedarse en la anécdota. Lo importante es que estamos ante una oportunidad histórica de reconciliación. No se trata de reabrir heridas, como algunos afirman, sino al contrario, de cerrarlas de una vez, destapando la verdad, por dura que ésta sea. El general debe salir de su mausoleo, de un espacio público, construido con el dinero de todos y con el sudor y la sangre de los vencidos. El cementerio de El Pardo podría ser un buen destino, junto a su esposa doña Carmen Polo, al Almirante Carrero Blanco y a amigos como el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. El edificio del Valle de los Caídos debe ser reinterpretado, como un centro sobre la memoria histórica o sobre las guerras de España.

Insisto que todos debemos estar a la altura de las circunstancias y ver el asunto como una gran oportunidad de reconciliación. Pero para ello es necesario que todos hagamos un esfuerzo de empatía, tratando de ponernos en la piel del otro.

 

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

FRANCISCO PIZARRO. UNA NUEVA VISIÓN DE LA CONQUISTA DEL PERÚ

FRANCISCO PIZARRO. UNA NUEVA VISIÓN DE LA CONQUISTA DEL PERÚ

      

Esteban Mira Caballos: “Francisco Pizarro. Una nueva visión de la conquista del Perú”. Barcelona, Crítica, febrero de 2018, 412 págs. ISBN: 978-84-17067-66-3 (2ª edición, marzo de 2018) 

 

En este libro se traza una biografía exhaustiva y ecuánime sobre el conquistador trujillano, alejada de los tópicos. Francisco Pizarro fue el arquetipo de conquistador, un guerrero experimentado en la guerra indiana. Su capacidad estratégica era fruto de un proceso de acumulación de conocimientos que comenzaron en el Caribe y se continuaron en Panamá y el Perú. La combinación de estas experiencias le daba una superioridad sobre sus oponentes. El imperio inca era un estado bastante joven y muchos pueblos todavía guardaban un resentimiento contra los incas por haberles privado de su antigua independencia. En el fondo, la mayoría de los reyezuelos locales soñaban con recuperar su añorada libertad y solo aceptaron la sumisión por la política de terror desplegada por el estado incaico. El trujillano valoró adecuadamente esa baza que utilizó en su propio beneficio.

Ahora bien, fue un buen conquistador pero un mal gobernador, al no poseer la preparación adecuada para administrar un territorio. A nivel político permitió el surgimiento de enemistades entre españoles e indios y de los hispanos entre sí que dieron lugar a las llamadasguerras civiles. La administración de la hacienda real fue un verdadero caos y tanto él como sus hermanos tomaron dineros de la hacienda real cada vez que les interesó. Su asesinato en 1541 fue la crónica de una muerte anunciada, fruto de los odios mutuos entre pizarristas y almagristas.

En el Perú de la conquista se vivieron infinidad de dramas, injusticias, traiciones, destrucciones y matanzas, sufridas casi siempre por los naturales y ocasionalmente por las huestes. No hay que sorprenderse por ello, los guerreros han actuado siempre así, en cualquier tiempo y en cualquier espacio. El Inca Atahualpa mandó asesinar a su medio hermano Huáscar, Francisco Pizarro y Diego de Almagro a Atahualpa, los hermanos Pizarro a Diego de Almagro, el hijo de éste a Francisco Pizarro y el licenciado Vaca de Castro a Diego de Almagroel Mozo y a sus secuaces. Como puede observarse, la mayor parte de los grandes protagonistas de la conquista del Tahuantinsuyu perecieron de manera violenta y, lo peor de todo, luchando entre ellos mismos.

Todos ansiaban su propia gobernación, a ser posible rica, como la que poseía el admirado Hernán Cortés. Francisco Pizarro obtuvo la gobernación de Nueva Castilla y Diego de Almagro, unos años después, la de Nueva Toledo. Pero este último, ignorante aún de las grandes riquezas de Potosí, que caían en su gobernación, quiso reclamar Cusco y Lima, a sabiendas de que los Pizarro nunca aceptarían. No hubo voluntad, sosiego, ni capacidad por ninguna de las dos partes de solucionar el conflicto sin derramamiento de sangre. Las consecuencias de las actitudes irreductibles de unos y de otros fueron trágicas.

En pleno siglo XXI la conquista sigue sin estar totalmente asimilada en el imaginario colectivo peruano pues pervive un sentimiento de nostalgia, quizás idealizado, hacia el mundo incaico. Se trata de lo que los quechuas llaman ellamento andino.De aquellos barros estos lodos.

MÁS SOBRE LAS MANIPULACIONES DE IMPERIOFOBIA Y LEYENDA NEGRA

MÁS SOBRE LAS MANIPULACIONES DE IMPERIOFOBIA Y LEYENDA NEGRA

 

He escrito en varias ocasiones sobre el libro “Imperiofobia y Leyenda Negra”, que ha tenido –y sigue teniendo- una repercusión mediática tremenda. Su defensa de la existencia de una leyenda negra contra los imperios y en particular contra el Hispánico ha calado hondo y ha sido recibido con muchas adhesiones, incluso de una parte de la intelectualidad. De alguna forma ha escrito lo que todo el mundo quería leer y escuchar. Por eso argumentar contra su obra es arriesgado porque uno recibe el varapalo de los que no les interesa la ciencia histórica y solo hablan desde la ideología. Pero como historiador me siento en la obligación de destapar estas erratas o manipulaciones.

Ya escribí en otra ocasión que para demostrar su hipótesis fuerza datos en unas ocasiones y en otras los manipula para verificar siempre su hipótesis. Distorsiones verdaderamente inadmisibles como reducir injustificadamente el número de indígenas que había en la América Prehispánica, para aminorar la hecatombe demográfica o reducir drásticamente el número de ejecutados por la Inquisición para presentarla como una institución más tolerante.

Hoy el investigador Emilio Monjo Bellido me alertaba de una nueva manipulación que ha detectado y que yo había pasado por alto. El dato es obvio como podrán comprobar a continuación y vuelve a mostrar a las claras los usos poco ortodoxos de la filóloga –no historiadora como ella suele decir- de Elvira Roca Barea. En la página 277 de su libro cita lo siguiente:

 

Según el investigador protestante E. Schafer, autor de un monumental trabajo de investigación sobre el protestantismo en España, el número de protestantes condenados por la Inquisición española entre 1520 y 1820 fue de 220. De ellos solo doce fueron quemados (Schafer, 1902: I, 345-367)”.


 

Bueno, pues el profesor Emilio Monjo se ha molestado en ver la citada obra del alemán Ernesto Schäfer que por cierto tiene traducción al castellano y ¡sorpresa! Dice lo siguiente:


 

De alrededor de 2.100 personas a las que según nuestras actas se les hizo proceso por protestantismo, solo fueron quemadas 220 aproximadamente en persona y otras 120 aproximadamente en estatua…”

 


Por tanto, 2.100 condenados que Elvira Roca reduce a 220, y 220 quemados en persona que la citada investigadora aminora a tan solo 20. Algunos podrán decir que se trata de un simple dato sin importancia, 220 personas calcinadas que Elvira Roca reduce a 20. Pero es que no se puede montar toda una hipótesis en defensa del buen nombre de la patria hispana a base de manipular un dato por allí y otro por allá. En este caso se trataba de una obra de principios del siglo XX, editada en alemán que sabía que muy pocos o nadie podría revisar ni menos aún comprobar su veracidad. Al principio pude pensar que se trataba de errores de la autora que cualquier investigador puede tener pero a estas alturas mucho me temo que esta reiteración de datos errados obedecen a una intencionalidad.

Me parece perfecta la tesis que defiende; faltaría más, cualquiera puede defender cualquier idea o hipótesis, pero no es admisible para un historiador, medianamente serio, aceptar que las fundamente en datos manipulados intencionadamente.

 

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

RECOMENDACIONES PARA LLEVAR UNA VIDA SANA, SEGÚN UN TRATADISTA DEL SIGLO XVI

RECOMENDACIONES PARA LLEVAR UNA VIDA SANA, SEGÚN UN TRATADISTA DEL SIGLO XVI

 

        Leyendo un escrito del profesor Eduardo Álvarez del Palacio sobre el Tratado de Medicina del zafrense Pedro de Valencia sorprende la actualidad de sus palabras. El humanista segedano estaba convencido de que la alimentación era la base de una buena salud. Me han sorprendido sus recomendaciones –disculpen mi ignorancia- pues no difieren mucho de las que haría un dietista o un endocrino del siglo XXI. A su juicio la alimentación debe regirse por varios principios:

        Primero, la necesidad, es decir que se coma para saciar el hambre no por gula o por disfrute. Segundo, el límite, que se hagan como máximo dos comidas diarias. Tercero, la moderación, ya que el empacho reiterado es muy perjudicial para la salud. Cuarto, la variedad, pues interpreta que ningún alimento es tan completo como para que contenga todos los nutrientes que el cuerpo necesita. Y quinto, la salubridad de los alimentos, pues deben ser ricos en fibras y bajos en grasas y azúcar, y estar poco condimentados. Y concluye diciendo que la mayor parte de las enfermedades provienen de una inadecuada alimentación, bien por la escasa calidad y variedad de los alimentos, o bien, por la ingesta excesiva.

        Los alimentos que recomienda son el pan, especialmente el pan frito en aceite, la carne de ave, la miel, el vino y los dátiles. Y desaconseja el queso muy curado, la carne de vaca vieja y el pescado en salazón entre otros.

        Completa sus recomendaciones con otros dos consejos útiles para mantener una salud de hierro: uno, pasear después de comer, ya que a su juicio facilitaba la digestión. Y otro, dormir la tercera parte del día –ocho horas- siempre conservando los biorritmos, es decir, durmiendo de noche y velando de día.

        Bueno, pues ahí queda eso, para los que creen que los hombres del siglo XXI hemos descubierto la pólvora.

 

 

PARA SABER MÁS

 

ÁLVAREZ DEL PALACIO, Eduardo: “La valoración de la salud corporal en la obra de Pedro de Valencia”, II Jornadas del El Humanismo Extremeño. Trujillo, 1998, pp. 299-313.

 

SÁNCHEZ GRANJEL, Luis: “La Medicina Española Renacentista”. Salamanca, Universidad, 1980.

 

 

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

FRANCISCO PIZARRO: UNA NUEVA VISIÓN DE LA CONQUISTA DEL PERÚ

FRANCISCO PIZARRO: UNA NUEVA VISIÓN DE LA CONQUISTA DEL PERÚ

 

        Estamos ya en la recta final de la edición de mi nueva obra sobre el trujillano Francisco Pizarro, conquistador del imperio Inca, responsable de la desaparición de éste y del doloroso parto del Perú. Verá la luz a finales de enero de 2018 y he estado trabajando en ella desde el año 2010 en que publiqué mi biografía sobre Hernán Cortés.

        A mi juicio, siguiendo a Jorge Plejanov, los hilos de la historia los mueven los medios de producción de cada época y no las personas; éstas actúan de la manera que su época les impone. Por ello, nada tiene de particular que los conquistadores se comporten de un modo más o menos similar ante situaciones parecidas. Eran personas de su tiempo, por un lado cruzados medievales y, por el otro, guerreros modernos e individualistas que luchaban por ganar honra y fortuna. Creían en la escala de valores de la sociedad del quinientos que mantenía la antítesis caballero-valeroso frente a villano-cobarde, situando el ardor guerrero como una de las virtudes supremas. Aunaban altas dosis de intransigencia religiosa, con la valentía y con fuertes ansias personales de enriquecimiento, lo que les convirtió en armas casi indestructibles frente a sus enemigos. Estaban dispuestos a morir y a matar en nombre de Dios y del Emperador y eso les reportaba una extraordinaria fortaleza moral. Aunque en lo más profundo de su subconsciente sabían que muchas de sus acciones no eran éticamente correctas de ahí que al final de sus días, dispusiesen memorias y obras pías a favor de los naturales, los mismos a los que ellos se habían encargado de robar, someter y explotar.

         Ahora bien, aunque no sean las individualidades las que provocan los saltos hacia adelante, sí estoy convencido al menos de que existen personas con mucho más empuje y liderazgo que otras. Pues bien, uno de esos personajes singulares de la conquista fue Francisco Pizarro, que no era ningún héroe pero al menos sí, utilizando terminología de Max Weber, un individuo carismático.

         Como americanista he investigado la Conquista durante más de dos décadas, intentando desmitificar a los conquistadores. He escrito un libro revisando la conquista en su globalidad (2009), demostrando las estrategias violentas que se utilizaron y la ilegitimidad de la misma. No podemos olvidar que unos eran los conquistadores, es decir, los invasores, y otros, los conquistados o invadidos. En ese sentido, como ha escrito Antonio Espino, todas las reacciones de los naturales por defenderse, fuesen o no crueles, debemos verlas como legítimas. Y ello a pesar, de que la mejor arma de la que dispuso el trujillano fue la de los pueblos escasamente incaizados que suministraron una tropa auxiliar muy leal. Asimismo, he escrito biografías de algunos de estos protagonistas de la conquista, a saber: Nicolás de Ovando (2000), primer gobernador de las Indias, Hernán Cortés (2010) y Hernando de Soto (2012). Ahora pretendo hacer lo mismo con Francisco Pizarro, actor necesario tanto del inevitable hundimiento del Tahuantinsuyu como del traumático alumbramiento del Perú.

        En pleno siglo XXI, la historiografía social española mantiene un cierto desfase con respecto a la europea. En las últimas décadas han aparecido algunos trabajos pioneros en materia social, sin embargo en lo concerniente a la historia de América la situación es aún más incipiente pues, durante buena parte del siglo XX, el pretérito patrio se fundamentó en los grandes mitos de la España Imperial. Y cómo no, uno de los pilares de esa historia pseudomítica, fueron los conquistadores, especialmente Hernán Cortés y Francisco Pizarro.

        Centrándonos en el caso que ahora nos ocupa, la extensa historiografía contemporánea se ha polarizado, entre los que le atribuyen cualidades sobrehumanas y los que lo denigran, vertiendo sobre él los peores calificativos. La mayor parte de las biografías del trujillano, al igual que las de Hernán Cortés, son hagiográficas, es decir, se limitan a destacar las excelencias, la grandeza, las dotes militares y la extraordinaria personalidad del biografiado. Manuel José Quintana, a mediados del siglo XIX, propuso explicar vivamente a la juventud la figura de conquistadores como Francisco Pizarro para que sigan su ejemplo y magnifiquen e imiten sus obras. En 1929, con motivo de la inauguración de la estatua de Pizarro en Trujillo, el ministro peruano Eduardo S. Leguía afirmó que la figura de Pizarro representaba la voluntad de una raza en cuyos dominios espirituales nunca se pondrá el sol. Asimismo, en 1949, otro biógrafo, Luis Gregorio Mazorriaga, ensalzaba las excelencias del trujillano con las siguientes palabras:



         “Como representante genuino de las virtudes raciales, en el que los niños pueden ver un ejemplo de la reciedumbre del carácter y temperamento de los hijos de España, Pizarro ocupa lugar preferente entre las figuras más eminentes de nuestra historia”.



        No menos elogioso se mostró Clodoaldo Naranjo quien se pregunta si el trujillano no fue, al igual que otros héroes, un elegido por Dios para cumplir amplios fines evangélicos. No es el único, pues según Mallorquí Figuerola, las hazañas del trujillano le hacían pensar que “Dios debió de escogerle como flagelo destructor del imperio de los incas”. Todavía en pleno siglo XXI, se pueden encontrar historiadores que aluden a él como un héroe ante el que había que “inclinarse reverentemente”. Está claro que cada época posee una historiografía determinada, adecuada a los valores sociales imperantes. Francisco Pizarro, era un modelo de fuerza, tesón y energía, valores que han sido ensalzados largamente a lo largo de la historia.

        En cambio, otra parte de la literatura, sobre todo los hagiógrafos de Cortés y los almagristas, lo han denigrado, focalizando en él todos los males del conquistador: cruel, desagradecido, tirano, ambicioso, etc. Y no es que no tuviera todas o algunas de esas cualidades sino que se trata de calificativos que se pueden aplicar prácticamente a todos los conquistadores del siglo XVI.

        Afortunadamente, en la actualidad la mayoría compartimos otros valores o modelos completamente opuestos a los que exhibía el trujillano, como la humanidad, la inteligencia, la clemencia, la laboriosidad, el humanismo o el pacifismo. Urgía realizar una nueva biografía del trujillano desde una metodología propia del siglo XXI. En este sentido, ha escrito Benedetto Croce que toda historia es siempre contemporánea, en tanto en cuanto responde a una necesidad de conocimiento y de acercamiento desde nuestro tiempo. Y efectivamente, cuando analizamos las construcciones del pasado que se hacen en cada época, nos damos cuenta de la imbricación permanente de este pasado-presente. Por tanto, se hace necesario trazar un nuevo perfil vital desde una técnica y una metodología actual. ¿Será una obra definitiva? Obviamente no, ningún libro de historia lo es porque cada generación plantea nuevas preguntas sobre el pasado y mira los hechos desde ópticas muy diferentes. ¿Cómo se verá a Francisco Pizarro en el siglo XXII o en el XXX? No lo podemos saber. En el presente trabajo hemos querido trazar una semblanza renovada, es decir, una biografía nueva para un lector de nuestro tiempo. Para ello, hemos considerado dos premisas:

        Una, la exhaustividad, es decir, el uso de todo el material manuscrito e impreso sobre la materia, lo que equivalía a contrastar decenas de crónicas de la época, varios centenares de historias, regestos documentales y manuscritos localizados en muy diversos repositorios. Pese a que los historicistas presumieron siempre de haber desempolvado y publicado miles de documentos, lo cierto es que no fueron exhaustivos pues todavía hoy es posible encontrar bastantes referencias documentales inéditas que nadie recopiló y que nos han servido para perfilar la vida del personaje.

        Y otra, el cotejo de todas y cada una de las versiones de los hechos. De Francisco Pizarro se han ofrecido visiones muy dispares y en ocasiones antagónicas. Dependía de que su autor hubiese prestado más atención a unos testimonios que a otros para sostener una cosa o la contraria. Hay varias decenas de crónicas e historias, la mayoría escritas por españoles pero otras por mestizos o por indios. Sin embargo, todos estos textos hay que leerlos de manera crítica porque todos encierran unos intereses muy personales y una visión de la historia condicionada por sus circunstancias personales. Después de pasar varios años revisando, transcribiendo e interpretando hechos, pude comprobar que había al menos tres visiones diferentes que era necesario identificar y contrastar para intentar acercarnos a la realidad.



ESTEBAN MIRA CABALLOS

INDEPENDENTISMO EN CATALUÑA: LA TRAICIÓN DE LAS ÉLITES

INDEPENDENTISMO EN CATALUÑA:  LA TRAICIÓN DE LAS ÉLITES

 

 

El 3 de septiembre de 2015 publiqué en mi blog un artículo titulado “La lacra del Nacionalismo: el caso catalán” en el que insistía en el hecho de que los nacionalismos habían sido la mayor enfermedad de la Edad Contemporánea, responsable de casi todas las guerras. Y en relación al independentismo en Cataluña decía que quedaban muchos años de tira y afloja entre las independentistas catalanes y el Estado español.

Pues bien, poco más de dos años después me ratifico totalmente en lo que decía e, incluso, me permito abundar en mi argumentación. Como es bien sabido, el nacionalismo catalán surgió como un intento de la burguesía catalana por neutralizar el movimiento proletario, tan arraigado en aquella tierra desde finales del siglo XIX. Décadas después, cuando las tropas franquistas ocuparon Cataluña a principios de 1939, las élites burguesas no dudaron en cambiar la chaqueta nacionalista por la de la nueva España ultraconfesional, centralista y patriótica, mientras los nacionalistas de base y los independentistas eran represaliados. Como ha ocurrido siempre a lo largo de la historia se produjo la traición de las élites nacionalistas en favor de sus propios intereses personales, sin importarles a los militantes de base que quedaron a los pies de los caballos.

Con el advenimiento de la democracia en España y la aprobación de la Constitución de 1978 llegó otra nueva oportunidad para estas élites catalanas. Una vez más se produjo un nuevo cambio de chaqueta de la burguesa, cuya cabeza visible durante décadas fue la familia Puyol. Estos se erigieron en los herederos de la más rancia tradición catalanista que iban a usar para consolidar sus intereses económicos y su poder hasta nuestros días. Estos nuevos salvadores de la patria catalana no se parecen en casi nada a aquellos nacionalistas soñadores como Companys, Cambó o Maciá. Como a estas alturas sabemos todos, estos son oportunistas que vienen sacando tajada política y económica a costa de engañar y manipular a una mayoría ignorante o poco formada. Me gusta citar al respecto la opinión sobre esta cuestión que ofrece el maestro Miquel Izard, un catalán de pura cepa, nada sospechoso de hispanofilia, pero que nunca se ha dejado embaucar por las mentiras nacionalistas. Un intelectual íntegro que siempre ha dicho lo que ha pensado, sin someterse ni vincularse al poder, de un lado ni de otro. Este texto redactado en el año 2001, no tiene desperdicio:



“Cualquier nacionalismo es esperpéntico, excluyente, irracional y racista. Hay abundante bibliografía desenmascarándolo, pero el catalán alcanza su cénit y tiene curiosas particularidades: ser muy tardío y no pretender la clase social que lo alumbró, la burguesía, a principios del 20, conquistar el Estado sino neutralizar un arraigado proletariado internacionalista y libertario con un proyecto arrebatador, trabado y alternativo, o la incapacidad de la izquierda, tras la muerte de Franco, de echar por la borda la telaraña de enredos, mentiras y trampas que habían urdido intelectuales que mudaron, cómo no, de chaqueta cuantas veces hizo falta” (Izard, 2001: 145-165).



Todo nacionalismo, incluido obviamente el español, se fundamenta en mitos, en medias verdades o directamente en puras mentiras. Un ideario ficticio que calan mejor si a sus militantes se les ha adoctrinado desde la más tierna infancia y si el nivel intelectual de estos es medio o bajo.

El monstruo que el ultranacionalismo ha generado en Cataluña ha provocado una desafección notable entre una parte de la población catalana y el resto de España. Educar desde niños a las nuevas generaciones en el “España nos roba”, al tiempo que se traza una historia mítica de los países catalanes, ha creado unos sentimientos opuestos a todo lo español. Hay dos millones de independentistas en Cataluña –quizás más- que están convencidos de todo ello y de que la nueva República les traerá una sustancial mejora del bienestar social.

Lamentablemente, el doble enfrentamiento está servido: primero, entre los catalanes independentistas y los que no lo son. Y segundo, entre los primeros y la inmensa mayoría de los españoles. Un problema irresoluble porque la independencia en la Europa del siglo XXI no es factible. En el mundo globalizado y neoliberal en el que vivimos las ideologías cuentan poco, lo realmente importante es el capital y las multinacionales. Estoy totalmente seguro que no va a haber independencia porque no le interesa económicamente a nadie: ni a los españoles, ni a los catalanes, ni a los europeos. Tampoco a las multinacionales que pretender campar a sus anchas por el mundo sin que nadie les levante fronteras. Y como cualquier historiador sabe, al final, en el fondo de cualquier hecho histórico, siempre están los intereses económicos, lo mismo si se trata de las guerras de religión, que de las cruzadas o de la Conquista de América.

Asimismo Cataluña no va a ser independiente porque lo proclame –y acto seguido lo desactive- el presidente de la Generalitat ni el problema va a desaparecer porque el Estado lo prohíba. No basta con decir, “soy independiente”, pues para serlo realmente lo tienen que reconocer los demás, y de momento, no parece que lo vaya a reconocer ni el propio Puigdemont.

¿Qué va ocurrir? Pues me ratificó en las mismas palabras que escribí hace varios años, el problema se va a enquistar y durará años, quizás décadas. Un tira y afloja entre unos y otros que tendrá momentos más álgidos y otros más tranquilos. Pero en cualquier caso afectará gravemente a la convivencia entre los propios catalanes y entre una parte de estos y el resto de España. También se verá afectada la economía, especialmente la catalana que puede sufrir en los próximos lustros un efecto descentralizador con traslados de empresas a otros lugares de España e incluso de Europa. Asimismo, la economía española se verá afectada por la inestabilidad catalana, que supone el 20 por ciento del P.I.B. español, y por el deterioro de la imagen de España en el mundo. Eso puedo provocar un descenso de la inversión extranjera y quizás a largo plazo un freno de la principal industria de este país, el turismo. Igualmente, la prima de riesgo está empezando a subir ligeramente y seguirá haciéndolo, perjudicando gravemente la financiación de un Estado tan endeudado como el nuestro.

Por tanto, el problema de Cataluña no es solamente de los catalanes sino de todos los españoles. Y es importante decirle a la gente que nos va a afectar a todos, incluso a aquellos que no quieren saber nada del problema. Hasta un pensionista de cualquier rincón de España, que ni siquiera sabe lo que es el Nacionalismo, puede verse afectado económicamente por el conflicto.

Algunos pensarán que soy pesimista, pero como siempre digo mi conocimiento del pasado y las circunstancias del presente no me hacen albergar muchas esperanzas. La situación no pinta nada bien y es poco lo que yo como historiador puedo hacer más allá de destapar las mentiras y las miserias de una parte de la élite catalana que ha montado todo esto en su propio beneficio. Que nadie tenga dudas: cuando las cosas se pongan feas abandonaran el barco y pagarán el pato otros, como ocurrió durante el franquismo. Al final, los políticos se las apañaran para pactar su propia amnistía y ¿quiénes pagarán? Pues la gente de a pie, el propio jefe de los Mossos de Escuadra que será detenido en breve, directores de colegio, maestros adoctrinadores, funcionarios, etc. etc. Algunos pasaran algún tiempo a la sombra mientras que otros serán inhabilitados de empleo y sueldo durante algún tiempo. Y el resto, cualquier funcionario, pensionista, autónomo o parado de toda España sufriremos la crisis económica y la inestabilidad que todo esto va a provocara. Y todo ello, por culpa de unos pocos que además seguro que se van a ir de rositas.



ESTEBAN MIRA CABALLOS