CONSIDERACIONES SOBRE EL BREXIT Y OTRAS REFLEXIONES ÉTICAS
Vivimos tiempos difíciles y muy preocupantes, donde las noticias saltan a diario y cada cual es peor. Desde 2008 vivimos una gravísima crisis económica del capitalismo y actualmente el brutal problema de los refugiados o, en estos días, el famoso y cacareado BREXIT.
Pero lo que yo quiero insistir ahora que el famoso BREXIT es solo un eslabón más en ese proceso de descomposición del sistema económico y político global que estamos viviendo en el siglo XXI. Ya escribió hace algunos años Jorge Riechmann que el siglo XX fue trágico pero que el XXI lo iba a ser multiplicadamente, de no producirse un cambio radical en el modo de producción, el consumismo y la relatividad ética. Otros muchos intelectuales, en esta misma línea, como José David Sacristán, Slavoj Zizek, Juan Pedro Viñuela o Tzvetan Todorov han advertido por activa y por pasiva que de no dar la situación un giro radical llegará una nueva Edad Media.
En el fondo lo que subyace es una profunda crisis ética, donde cada individuo lo que quiere es salvarse a sí mismo, y hacer oídos sordos a lo que pasa a su alrededor. Lo importante soy yo, después mi familia, luego mi Comunidad Autónoma y luego, si acaso, mi país. Lo que ocurra en Europa me coge demasiado lejos mientras que lo extraeuropeo ya ni siquiera existe. Y por supuesto, el poder lo delegamos en políticos –corruptos o no, eso es lo de menos- que tiren del carro como puedan mientras nos ajustamos a esa "servidumbre humana voluntaria" de la que hablara La Boètie.
Socialmente, la tendencia mundial es hacia una progresiva polarización. Es decir, hay una minoría que está concentrando la riqueza y que cada vez es más rica mientras que el grueso de la población se empobrece. Una realidad que, si ningún cambio radical lo impide, se irá acentuando progresivamente en las próximas décadas. Y mientras eso ocurre, las autoridades transmiten la idea de que solo hay dos modelos productivos: el capitalismo existente o el fracasado modelo soviético. Es decir, capitalismo o capitalismo. Y lo peor de todo, es que estos discursos terminan calando en una parte de la población que piensa erróneamente que no hay alternativa.
Ante esta situación, la respuesta de los países desarrollados, sometidos a la dictadura de los mercados, ha sido emprender una política de ajustes económicos, consistentes básicamente en la reducción de los salarios públicos y privados y en una disminución considerable del gasto social. Lo cual está provocando, a corto plazo, un aumento de la tasa de población que vive en el umbral de la pobreza y una reducción del poder adquisitivo de las clases medias. De hecho, los autores aportan un dato demoledor: 1.400 personas en España acaparan el 80,5% del PIB nacional. Es decir, el 0,0034% de la población acumula más de cuatro quintas partes de la riqueza. Y lo peor de todo, es que las recetas neoliberales sólo van a conseguir acentuar aún más esta brecha social. La competitividad no aumentará bajando los salarios. De hecho, en España son más bajos que en los países ricos de la Unión Europea y no por ello el país es más competitivo.
A nivel mundial, la situación es aún más catastrófica, hay 2.400 millones de personas por debajo del umbral de la pobreza, y la cifra tiende a aumentar por el descenso acusado de la ayuda de los países desarrollados al llamado Tercer Mundo.
El BREXIT es un eslabón más en esta cadena de despropósitos que a largo plazo van a acabar con el mundo que conocemos. Éste nos preocupa más porque afecta al corazón de Europa, a nuestro mundo.
A mi juicio, fue un despropósito la propia convocatoria del Referéndum porque ha creado un grave problema donde no lo había. La salida de la segunda economía europea de la Unión va a tener consecuencias catastróficas tanto para Gran Bretaña como para el resto de Europa.
Políticamente ya hay otros partidos ultraderechistas que están reivindicando este mismo refrendo para Francia, Austria, etc. Habrá nuevos plebiscitos de resultado incierto que pueden terminar con este proyecto democrático que fue la Unión Europea. Al final, los nacionalismos, la gran enfermedad de la Edad Contemporánea, están acabando con el gran sueño de la unión europea. Ni que decir tiene que el BREXIT supone un camino reaccionario que implica más nacionalismo y menos cosmopolitismo así como el triunfo de la reacción frente al progreso. Los partidos ultraderechistas europeos se frotan las manos, esperando pescar en aguas revueltas, al igual que el presidente de la Federación Rusa, que espera ocupar los espacios que deje Europa.
Socialmente, supondrá un debilitamiento de los amplísimos derechos que otorgaba la ciudadanía europea. Los valores sociales europeos, los mismos que hasta hace poco todo el mundo admiraba, están a punto de naufragar, dando la razón a los regímenes totalitarios que siempre confiaron en su fracaso.
Y económicamente el perjuicio puede ser catastrófico tanto para Gran Bretaña, que puede decrecer más de un 5 por ciento anual en los próximos años, como para la Unión Europea en su conjunto. Para España el menoscabo puede ser la gota que colme el vaso. Somos el tercer inversor mundial en Gran Bretaña con una inversión global de 60.000 millones de euros. La recesión en Gran Bretaña afectará también a la de decenas de compañías españolas que operan en aquel país. Asimismo, hay 250.000 españoles trabajando en Gran Bretaña que en breve necesitarán pasaporte y visado. Y por último, no olvidemos que Gran Bretaña es el país que más turistas envía a España. Una recesión económica en aquel país como la que se espera puede provocar un descenso drástico del número de ingleses que visitan nuestro país, afectando a la primera industria de España. Y en medio de esta zozobra, lo único que se le ocurre decir al Ministro de Exteriores español, García-Margallo, es que a lo mejor estamos más cerca de colocar nuestra bandera en Gibraltar.
Y a todo esto, el domingo tenemos unas nuevas elecciones en nuestro país que vive una crisis política, social y económica mucho más delicada de lo que la gente cree. La situación financiera de España, con una deuda equivalente al cien por cien de nuestro P.I.B., es preocupante. Dependemos de los mercados internacionales para obtener liquidez y estos están extremadamente volátiles, especialmente después del BREXIT. Y a todo esto España sin gobierno y con muchas posibilidades de que sigamos en esta situación muchos meses más.
Desgraciadamente se están cumpliendo las peores predicciones de grandes sociólogos, filósofos y economistas. Se avecinan tiempos difíciles; suerte a todos y, sobre todo, animo a todos los ciudadanos de bien a votar con responsabilidad el próximo domingo 26 de junio.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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Santiago G. -