LA LACRA NACIONALISTA: EL CASO CATALÁN
El nacionalismo ha sido una de las peores lacras que ha azotado el Mundo en la Edad Contemporánea. Responsable de la mayor parte de los enfrentamientos armados. ¿Qué si no provocó la guerra ruso-japonesa, las dos Guerras Mundiales o la de Vietnam por poner solo algunos ejemplos? También en la Guerra Civil española los nacionalismos –español y periféricos- tuvieron un peso en su desencadenamiento aunque también hubo cuestiones sociales y económicas.
Bajo el ideario casi mítico de las nacionalidades, se esconden siempre oscuros intereses económicos y territoriales, tanto cuando se trata de un nacionalismo segregador como integrador. Y la importancia de los intereses económicos es tan determinante que no tiene nada de particular que haya sido siempre la alta burguesía la impulsora de nacionalismos como el italiano o el alemán cuando consiguieron la unificación. En ambos casos, la burguesía deseaba la unificación de sus respectivos países por el interés de un mercado más amplio para aumentar su negocio. Por eso está claro que el nacionalismo desde un primer momento se alió con el ideario liberal, y en mucha menor medida con el socialista, en la medida en que éste se proclama internacionalista. Por tanto, ya tenemos la primera idea clara: el nacionalismo siempre esconde oscuros intereses económicos, casi siempre de la élite comercial e industrial.
Y para conseguir adhesiones consiguen implementar dos ideas falsas que la mayoría termina asumiendo: una, que las personas que viven en ese territorio poseen rasgos históricos, culturales y lingüísticos que les hermanan fraternalmente, superando cualquier diferencia clasista. Y dos, que hay un enemigo común externo del que hay que defenderse.
En relación al nacionalismo catalán quiero empezar citando un párrafo que mi amigo y maestro Miquel Izard publicó hace ahora tres lustros, un catalán de pura cepa que nunca se ha dejado embaucar por el sentimiento nacionalista. El texto no tiene desperdicio:
“Cualquier nacionalismo es esperpéntico, excluyente, irracional y racista. Hay abundante bibliografía desenmascarándolo, pero el catalán alcanza su cénit y tiene curiosas particularidades, ser muy tardío, ni pretender la clase social que lo alumbró, la burguesía a principios del 20, conquistar, como las demás, el estado sino neutralizar un arraigado proletariado internacionalista y libertario con un proyecto arrebatador, trabado y alternativo o la incapacidad de la izquierda, tras la muerte de Franco, de echar por la borda la telaraña de enredos, mentiras y trampas que habían urdido intelectuales que mudaron, cómo no, de chaqueta cuantas veces hizo falta”
Muy clarividente, el nacionalismo catalán surgió como un intento de neutralizar el movimiento proletario, tan arraigado en Cataluña desde finales del siglo XIX. No previó Izard en el año 2001 que la voracidad del nacionalismo terminaría también por pedir su estado propio, como ha ocurrido a estas alturas del siglo XXI.
Cuando las tropas franquistas ocuparon Cataluña a principios del 1939 las élites burguesas no dudaron en cambiar la chaqueta nacionalista por la nueva España ultraconfesional, centralista y patriótica, mientras otros nacionalistas y separatistas de base eran represaliados.
Y con la democracia llegó otra gran oportunidad, un nuevo cambio de chaqueta, de la élite burguesa con los Puyol, Mas y otros al frente que se volvieron a erigir en los herederos de la más rancia tradición catalanista. Estos nuevos salvadores de la patria catalana no se parecen en casi nada a aquellos nacionalistas soñadores como Companys, Cambó o Maciá. Estos son oportunistas que vienen sacando tajada política y económica a costa de engañar a la mayoría. La situación económica y social de Cataluña es delicada, pero los culpables no son sus élites nacionalistas y sus mordidas sino otra nacionalidad histórica, la española. “España nos roba” esa es la consigna para aglutinar seguidores al tiempo que les sirve de coartada para que nadie se fije en los que verdaderamente han saqueado y saquean Cataluña.
Y lo peor de todo, es que esto no ha hecho más que empezar. La élite nacionalista ha creado un monstruo que va a afectar a todos los españoles y en particular a los catalanes. Tarde o temprano la patraña de que “España nos roba” se va a caer y va a dejar al descubierto a los verdaderos ladrones.
Mi previsión es que va a comenzar un tedioso y aburrido tira y afloja entre las pretensiones independentistas de la élite catalana y los recursos interminables de inconstitucionalidad que planteará el estado español. Todo ello, va a crear un clima de ineficacia administrativa, al tiempo que se descuida la atención social, se acentúa la crisis económica, se destruye tejido industrial y aumenta la crispación social y política. Soy pesimista, pero al final, cuando estemos con la soga al cuello habrá que llegar a un acuerdo de mínimos entre el Estado español y la Generalitat, para encauzar la convivencia. Pero desgraciadamente antes nos tocará sufrir, seguramente durante varios años, quizás lustros.
PARA SABER MÁS:
CASANOVA, Julián: “Cataluña y España: soluciones políticas y buenos modales” Página personal en Facebook (2-9-2015).
IZARD, Miquel: “Himnos y baladas” Boletín Americanista año LI Nº 51. Barcelona, 2001, pp. 145-165.
RÉMOND, René: Introducción a la historia de nuestro tiempo. El siglo XIX, 1815-1914. Barcelona, Vicens Vives, 1983.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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