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CHINA: EL NUEVO AMO

CHINA: EL NUEVO AMO

        En octubre de este año los rotativos impresos y digitales dieron a conocer la noticia de que este año China superaría a los Estados Unidos de América en Producto Interior Bruto (P.I.B.). Una noticia que no por esperada ha dejado de sorprender, teniendo en cuenta que en 2005 el P.I.B. del gigante asiático era la mitad que el estadounidense.

        Desde la muerte de Mao en 1976 el crecimiento económico ha sido imparable, situándose la tasa media anual hasta el año 2005 en el 9,7 por ciento. La clave ha sido la liberalización de su economía, convirtiéndola en una de las más abiertas del mundo, con aranceles aduaneros muy bajos. Y al mismo tiempo han mantenido el control absoluto sobre sus finanzas, manteniendo a su moneda –el yuan- al margen de la especulación de los grandes capitales mundiales.

        Ya está claro, que el epicentro del mundo va a bascular desde el Atlántico al Pacífico, donde se ubican grandes economías como la China, la japonesa y algunas emergentes como la india, la coreana, la tailandesa, la taiwanesa, la malaya, etc. En realidad no se trata más que de un retorno pues ya en el siglo XI, China fue el centro del mundo, con una civilización que aportó innovaciones como el papel, la imprenta, la pólvora, la seda, la brújula, la porcelana, etc. Se espera que para el 2020, el P.I.B. de China suponga ¡el 20 por ciento! del mundial y su fuerza laboral signifique la cuarta parte del mundo. Todo el Pacífico junto superará el 40 por ciento del P.I.B. mundial. Pero el potencia que tiene el país supera sus fronteras; hay millones de chinos repartidos por todos los países del mundo que se siguen identificando con la madre patria, pese a haber nacido en otros países. Hace unos meses el presidente del país más rico del mundo dijo que si algún descendiente de chinos, estuviese en el lugar que estuviese, dudaba de su identidad “que se mirase a un espejo”. Los occidentales se integran sin dificultad en cualquier otro país, pero los chinos nunca dejan totalmente de ser parte de su gran patria.

        Las consecuencias son todavía imprevisibles. Respecto a Occidente está claro que va camino de convertirse en la periferia. En el caso de España no solo estamos en la periferia de la periferia –Alemania, Francia y Gran Bretaña- sino que estamos cautivos del capital chino, que ha adquirido casi el 20 por ciento de nuestra deuda. La puesta a la venta de la deuda española comprada por el país asiático supondría un incremento tal de la prima de riesgo que nos llevaría a la quiebra en pocos meses. Por ello, España no puede más que obedecer al amo sin rechistar.

        Pero por muy comunista que sea en teoría el gobierno de China hay otros problemas que no podemos dejar de señalar aquí: primero, su modelo de crecimiento ha priorizado exclusivamente el crecimiento, sin tomar ningún tipo de medidas medioambientales. China ha imitado el peor modelo desarrollista occidental, con las consecuencias catastróficas que eso puede tener para el medio ambiente en unos momentos en los que tanto se habla de controlar las emisiones de gases de efecto invernadero. Y segundo, su modelo de crecimiento está generando enormes desigualdades sociales, que a la larga pueden provocar graves disturbios sociales. No queda nada ya del viejo sueño comunista. Y el problema es que en China vive casi la sexta parte de la población mundial, millones de personas que pueden ver empeoradas sus condiciones de vida por la concentración de la riqueza en pocas manos.

        La premonición del siempre lúcido Napoleón Bonaparte está a punto de convertirse en realidad: “cuando China despierte, el mundo temblará”. Pues el país más poblado del mundo, con más de 1.340 millones de habitantes, ya ha despertado, y las consecuencias para nuestro mundo todavía son impredecibles.

 

PARA SABER MÁS

 

FONTANA, Josep: Por el bien del Imperio. Barcelona, Pasado&Presente, 2011.

 

TAMAMES, Ramón: China 2001: la cuarta revolución. Madrid, Alianza Editorial, 2001.

 

 

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

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