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LA MEDIA VERDAD SOBRE LA SUPUESTA LOCALIZACIÓN DE LA NAO SANTA MARÍA

LA MEDIA VERDAD SOBRE LA SUPUESTA LOCALIZACIÓN DE LA NAO SANTA MARÍA

En los últimos meses la prensa de todo el mundo se ha hecho eco del supuesto descubrimiento del lugar exacto del hundimiento de la nao Santa María, el primer barco europeo que supuestamente surcó aguas americanas. El supuesto descubrimiento lo ha hecho el explorador norteamericano Barry Cliford y se ha creado un gran revuelo a partir de la publicación de la noticia en el diario The Independent.

Sin embargo, la noticia contada así, sin matizar, es otra mentira más de los actuales medios de comunicación de masas que viven de ofrecer grandes noticias sensacionalistas. Como de costumbre, la noticia ha sido simplificada hasta el punto de convertirla en una media verdad o en una clara falsedad. Y ello no me extraña en absoluto, pues en el mundo relativista actual de las informaciones cortas, de la telefonía móvil y de las redes sociales, la realidad se simplifica hasta extremos insospechados. Y ¿con qué objetivo? Pues simplemente con el de convertirla en una noticia atractiva y enigmática con la que llenar agencias de noticias, periódicos y revistas, ofreciendo a los lectores las mismas noticias sensacionalistas que ellos esperan recibir. Unos obtienen beneficios económicos mientras que la mayoría queda entretenida en una noticia tan vacía como neutra. Forma parte de esa cultura mosaico de que hablan los sociólogos, tan vacía de contenido como útil para los que manejan los hilos del poder. A continuación argumentaré los motivos que me llevan a hablar de media verdad o de falsedad:

Primero, hay que empezar diciendo que es más que dudoso que la nao Santa María fuese el primer navío europeo en surcar las aguas americanas, como han dicho numerosos rotativos. Aun dando por falsa la teoría del protonauta Alonso Sánchez de Huelva, el piloto onubense que estuvo en las Antillas y regresó a las islas Madeiras enfermo, los vikingos recorrieron varios siglos antes las costas de Groenlandia y Norteamérica, región esta última que ellos denominaron Vinlandia. ¡Llegaron a tener hasta una sede episcopal!

Segundo, el propio Cristóbal Colón anotó en su Diario de a bordo todos los pormenores del suceso. La Nochebuena del 24 de diciembre de 1492, estaba en la costa norte del actual Haití cuando zarpó del cabo de Santo Tomás en dirección a Punta Santa –actual Bahía de Cabo Haitiano-. Allí, un grumete, provisionalmente a cargo del timón, encalló la nao en un banco de arena. Obviamente, se conoce el sitio aproximado del suceso desde hace varios siglos.

Tercero, no fue un hundimiento sino que simplemente el buque encalló en la arena. No hubo ninguna víctima y el Almirante dispuso de todo el tiempo que quiso para desembarcar todo lo que llevaba a bordo. Pero es más, decidió desguazar la nave para construir con sus restos el fuerte Navidad. Según el sevillano fray Bartolomé de Las Casas que el suceso lo provocó la providencia para construir allí el primer asentamiento cristiano del Nuevo Mundo. Unos cuarenta españoles, al mando del capitán cordobés Diego de Arana, se quedaron allí tras el regreso del Almirante a Castilla. Como es bien sabido, todos ellos fueron asesinados por los taínos, hartos de sus pendencias y de sus abusos. El propio Almirante regresó en 1493 al sitio exacto, donde desgraciadamente comprobó lo sucedido.

Recapitulando, nos constaba desde tiempo casi inmemorial el lugar aproximado donde se perdió la nao Santa María. Asimismo, sabíamos que el barco fue completamente evacuado, con todos sus enseres y desguazado. Sacaron hasta el último clavo para construir el primer fuerte del Nuevo Mundo. Mucho dudamos que el cañón que dicen haber encontrado sea la prueba de que allí embarrancó la Santa María, porque es muy improbable que el Almirante no extrajese del barco algo tan valioso como una pieza de artillería. Pero incluso en el hipotético caso de que se confirmase el punto exacto del hundimiento, habría que aclarar dos puntos:

Primero, que todo lo más que se va a encontrar es algún que otro bolaño de hierro que usaban de lastre y unos pocos clavos oxidados. Y segundo, que el hallazgo es tan insignificante e intrascendente, que simplemente aportará el punto exacto donde encalló, en la misma zona en la que siempre supimos que había ocurrido el suceso.

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

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